La revista Estar Al Día recoge en su número de octubre 2020 un artículo sobre terapia focal en cáncer de próstata con nuestras declaraciones acerca de este tratamiento.
Terapia focal, el presente para tratar el cáncer de próstata
En España se diagnostican al año más de 34.000 casos de cáncer de próstata. Una cifra alarmante que convierte a este tipo de tumor en el más frecuente que padece el hombre en nuestro país. En la actualidad, el abanico de opciones terapéuticas es amplio, disponiendo de tratamientos mínimamente invasivos como la terapia focal para tratar el cáncer de próstata.
La elección del tratamiento debe ser individualizado. Para ello es imprescindible tener en cuenta las características personales del paciente, su nivel de PSA y las peculiaridades de su enfermedad (agresividad, volumen, distribución o diseminación extraprostática).
Tradicionalmente y basándose en la escasa información de la lesión tumoral que proporcionaba la biopsia prostática aleatoria transrectal, las opciones terapéuticas se ceñían a tratamientos radicales sobre toda la próstata en forma de cirugía radical o radioterapia. Estos tratamientos han demostrado buenos resultados oncológicos. Sin embargo, no están exentos de efectos secundarios como la afectación de la función eréctil o de la continencia urinaria.
Hoy en día, gracias a la información sobre la lesión tumoral que nos ofrecen la RMNmp y la biopsia prostática por fusión, identificando áreas concretas de cáncer dentro de la glándula prostática, surgen nuevas alternativas de tratamiento como la terapia focal.
El tratamiento focal
La terapia focal consiste en el tratamiento del área tumoral exclusivamente, preservando el resto de tejido prostático sano y su función. Su objetivo es igualar los resultados oncológicos de los tratamientos tradicionales, minimizando, por tanto, los efectos secundarios para evitar la impotencia y la incontinencia urinaria.
Existen diferentes fuentes de energía para el tratamiento focal del cáncer de próstata. Entre ellos se encuentran la crioterapia (tratamiento térmico con frio), HIFU (tratamiento térmico con calor) o la electroporación irreversible (tratamiento con pulsos eléctricos).
La indicación de estas terapias, así como la elección de la energía utilizada, debe ser individualizada para cada paciente. En función del tamaño, localización, agresividad y proximidad de la lesión cancerosa a estructuras que se deben preservar, se escogerá la energía más adecuada.
